Protestas en Níger celebrando el apoyo ruso y criticando la influencia francesa

Protestas en Níger celebrando el apoyo ruso y criticando la influencia francesa Reuters

África

Rusia gana influencia en África aprovechando la herida histórica del colonialismo francés

"Francia es la sexta economía del mundo gracias a África […]. Todo lo que han necesitado para enriquecerse, el oro, el uranio, lo han sacado de África".

7 abril, 2024 03:46

Dieciocho países africanos fueron colonias francesas o protectorados de París entre el siglo XIX y la segunda mitad del siglo XX. Suponían un total superior a 10 millones de kilómetros cuadrados de territorio, dieciocho veces el tamaño de Francia. Previamente, las costas de África Occidental sirvieron para que los europeos trasladaran a 15 millones de africanos a sus territorios en América, donde Francia puede considerarse como una de las potencias esclavistas más importantes de la época.

Excluir África de la ecuación francesa equivale a arrancar al país europeo un pedazo de su propia construcción económica, política y social desde antes incluso de la Conferencia de Berlín. Se comprobaba en los métodos de entretenimiento de la corte de los Borbones, en una negritud implícita en la poesía socialista del siglo pasado en París, que también bebía de la inspiración de los movimientos revolucionarios africanos. Incluso existió un intercambio intelectual previo que se refleja, por ejemplo, en las obras de Picasso aclamadas al norte de los Pirineos, igual que Brazzaville (República del Congo) sirvió durante la II Guerra Mundial para refugiar a los representantes de la Francia Libre.

La explotación colonial y las ventajas que ofrece el neocolonialismo han alimentado generosamente la economía gala mediante el flujo de divisas africanas y una mano de obra barata que ha derivado en la oleada migratoria actual.

Ciudadanos nigerianos celebrando la Semana Santa.

Ciudadanos nigerianos celebrando la Semana Santa. Reuters

Este es el drama que lleva experimentando Emmanuel Macron como consecuencia de los movimientos antifranceses que crepitan en el continente africano y que han llevado a una pérdida de influencia histórica en los que fueron sus territorios.

Francia sin su influencia en África puede considerarse "menos Francia"; mientras que un África libre de la injerencia francesa, por el contrario, gana en independencia económica y política. Todavía hoy, París es propietaria del 50% de las reservas de divisas del franco CFA, una moneda utilizada en 14 países africanos y cuyo valor depende directamente de las fluctuaciones del euro (como antes dependía del franco francés).

'El oro y uranio lo sacaron de África'

Así lo expone Boubacar Boris Diop, reconocido novelista y ensayista senegalés, al ser interrogado por EL ESPAÑOL sobre el efecto de África en Francia: "Francia es la sexta economía del mundo gracias a África […]. Todo lo que han necesitado para enriquecerse, el oro, el uranio, lo han sacado de África".

Mientras los franceses construyeron una nación con la ayuda de África, deconstruyeron a su vez la identidad de un continente para facilitar su control, mediante una influencia que Diop define como "económica, pero también social e incluso psicológica. Nos han impuesto una forma de pensar, incluso de vestir y de hablar".

[La fiebre del oro de Senegal: drogas, alcohol, prostitutas y lingotes con destino a Dubái]

Y considera que sólo cuando el africano francófono quede libre de los estándares y prototipos sociales que trajeron los colonizadores, se abrirá la puerta a un pleno desarrollo africano.

Igual que él, piensan millones de sus compatriotas.

Rusia al acecho

Este interés histórico de los africanos por obtener su independencia precisa de poderosos aliados en el panorama internacional y que ofrezcan alternativas de cooperación en un mundo global e interconectado.

China, Turquía, Emiratos Árabes Unidos o India son algunos de los nombres más sonados. Pero queda una nación que destaca por encima del resto, independientemente de su verdadera influencia en un continente donde Francia todavía mantiene una considerable porción de su antiguo poderío y donde un creciente número de carreteras e infraestructuras se han construido gracias a la cartera china: Rusia.

Los vínculos entre África y Rusia se remontan a las primeras independencias dentro del continente, que coincidieron en un contexto de Guerra Fría en que la Unión Soviética supo aprovechar el impulso socialista en África para equilibrar la balanza a su favor en la pugna contra Occidente. Así lo expresó Sissoco Embaló, presidente de Guinea Bissau, en la II Cumbre Rusia-África que tuvo lugar este verano en San Petersburgo: "Estamos directamente conectados con Rusia. No sólo somos amigos, somos hermanos. Nunca olvidaremos el apoyo que nos dio el pueblo soviético en nuestra lucha por la independencia. Hoy hemos venido aquí como un pueblo independiente, pero lo somos gracias a vosotros. Y no lo olvidaremos".

Las relaciones históricas entre las naciones africanas y Rusia son por definición una contraposición de las relaciones con Francia; cada vez que un africano ha clamado por su independencia, sea en 1960 o en 2020, Rusia ha estado allí para aprovecharse de ello.

Imagen de archivo de Emmanuel Macron.

Imagen de archivo de Emmanuel Macron. Reuters

Cada vez que Francia ha perdido un pedazo de su identidad africana, Rusia ha participado directamente en esa pérdida.

Esto ha provocado que los africanos vean históricamente a Moscú como un agente fiable para perseguir su sueño de independencia, mientras que París mira a los rusos como el primer agente externo que amenaza sus intereses en el continente. Diop añade que "los rusos no conocen África. Ellos no tienen interés en controlar la mente de los africanos.

"La relación es puramente económica y nosotros decimos, tengo recursos, tú los quieres, muy bien… ¿cuánto puedes pagar?". Admite que el Kremlin se mueve por una política de intereses propia y que su relación con África no tiene un carácter puramente filantrópico, y que lo mismo ocurre con Emiratos Árabes Unidos o China, pero remarca esta necesidad de "respeto" que no mostró Francia debido a su injerencia sociopolítica y económica y que Rusia parece cumplir.

Traición histórica

En la II Guerra Mundial, en torno a medio millón de africanos lucharon contra el nazismo bajo la bandera francesa. En diciembre de 1944, 1.280 soldados procedentes de distintas naciones de África Occidental se encontraban estacionados en un campo de tránsito de la localidad de Thiaroye, ubicada próxima a Dakar.

Cuando los fusileros protestaron por un retraso de su paga que no se había cumplido de forma satisfactoria, y tras una violenta discusión con las autoridades francesas, tuvo lugar una masacre que todavía se mantiene grabada a fuego en la memoria colectiva del África francófona: los galos abrieron fuego y asesinaron a treinta y cinco africanos (que, recordemos, acababan de llegar de luchar en Europa para ayudar a liberar Francia), hiriendo a cientos y condenando a varias decenas a penas de hasta 10 años de prisión.

A este evento trágico se le conoce como la masacre de Thiroye, y la literatura africana le ha dedicado ensayos, novelas y poemas de toda clase.

"¿Os importan nuestras guerras?"

Por esto se percibe siempre por parte de los africanos un tono de escepticismo en cuanto se les recuerda que Rusia combate contra Europa en Ucrania. Particularmente sincera fue la respuesta que ofreció un sanador tradicional maliense a este periodista en octubre de 2022, cerca de Bamako: "¿Les importa a los europeos la guerra de Tigray? ¿No le dieron un premio [Nobel] de la Paz a Abiy Ahmed? ¿Si a vosotros no os importan nuestras guerras, o incluso las empiezan, por qué tienen que importarnos a nosotros las suyas? No es nuestra guerra porque es la guerra de los blancos, es una guerra entre vosotros, los blancos".

Rusia ofrece a Mali, Burkina Faso y República Centroafricana armamento, adiestramiento militar en la lucha contra el sus enemigos internos, aviones de combate, ayuda energética y económica que sueñan que les servirá para conseguir la independencia energética y económica que consideran que les robó… Francia.
Nadie olvida a los fusileros de Thiroye.

[Putin reinventa al Grupo Wagner en África: asegura el poder a dictadores por recursos naturales]

Las guerras de los blancos son salvajes y no perdonan, y no quieren saber nada de ellas. Y quienes quieren saber algo de los europeos, los panafricanos radicales fustigados con un rencor alimentado por la propaganda rusa y de fácil base en el colonialismo y la esclavitud, quieren que suframos tanto como les hemos hecho sufrir. Que no tengamos energía de Rusia ni de Nigeria y que tengamos que cenar con las velas encendidas, como hacen tantos aquí, que Macron salga humillado de República Democrática del Congo, que Rusia gane.

"La Françafrique ha terminado"

París decidió crear la Françafrique (una suerte de Commonwealth a la francesa, aunque de definición más vaga), que aúna a territorios que fueron colonias y protectorados de habla francesa bajo un paraguas de culturas vinculadas por el milagro del idioma.

La Françafrique ha permitido a Francia involucrarse en los conflictos de República Democrática del Congo (excolonia belga) y hacerse con el control del 50% de las reservas de divisas de Guinea Bissau (excolonia portuguesa y donde, irónicamente, se habla criollo y portugués) por medio del franco CFA.

Emmanuel Macron anunció en marzo de 2023 que "la Françafrique ha terminado", con un tono lúgubre pero premonitorio, consciente de que el viejo modelo neocolonialista ha caducado. En el mismo discurso anunció que reorganizaría la estrategia militar francesa en el continente, reduciendo personal y apostando por la asesoría como punto de apoyo principal en la lucha contra la inmigración irregular y el yihadismo, entre otras amenazas de seguridad que existen en la zona.

[El presidente de Níger pide restaurar su gobierno y alerta: "La región podría caer bajo influencia rusa"]

Esta "desmilitarización" que procuraba ganarse el afecto de los africanos pareció ser recibida con agrado, pero no fue suficiente para contrarrestar 500 años de esclavitud y conquista que terminaron hace cincuenta años y que explican en gran medida por qué mira África a Rusia de reojo. El declive continuó en los meses siguientes con el golpe de Estado en Níger y la consiguiente expulsión de las tropas francesas y del embajador galo del país.

De hecho, Macron no ha vuelto a visitar África desde que comunicó el final de la francofonía, pese a que ya había estado 18 veces en el continente como presidente. Se habla poco de que hace un año que Macron no pisa África públicamente, siendo como es un dato representativo de la situación actual de Francia en el continente.

Mercenarios ruso en misiones en República Centroafricana.

Mercenarios ruso en misiones en República Centroafricana. Adrienne Surprenant | TNH

La juventud es un factor clave en el cambio de paradigma que opera en África Occidental. Diop afirma que "las generaciones anteriores, mi generación, admiraban todo lo que venía de Europa y de Washington. Pero las nuevas generaciones no le dan importancia a eso. Antes sólo teníamos acceso a la información por medio de periódicos como Le Monde o la radio RFI. Pensábamos exactamente como ellos [los franceses] querrían. Los jóvenes de ahora conocen el mundo gracias a la globalización y las redes sociales, hay nuevos medios de comunicación a los que acudir, y obtienen información no sólo de Europa, sino de todo el mundo. Eso les permite tener mayor perspectiva".

La juventud es la que migra, combate en las guerras y supone la mayor fuerza votante en la mayoría de un continente extraordinariamente joven. Han acudido a la escuela, tal y como les dijeron que debían hacer para comprarse unos zapatos, algunos incluso llegan a la universidad, pero luego salen y miran alrededor con su título de ingeniería bajo el brazo en un país asediado de guerras y de corrupción política.

Muchos optan por salir del país y fracasan a la hora de convalidar sus títulos con los requisitos occidentales, otros prueban alternativas con los sueños rotos o terminan de gerentes de una sucursal bancaria con un sueldo de 560 euros al mes. Si tu padre no conoce a nadie que conozca a alguien, el título universitario no vale de mucho para los alumnos menos brillantes. Las opciones que prometió el sistema político a los jóvenes de comienzos del milenio se han quedado tan obsoletas en los años veinte, igual que la Françafrique que acompañaba a ese sistema político previo.

En Senegal ha ocurrido un hecho histórico después de que Bassirou Faye ganase las elecciones presidenciales y el partido antisistema PASTEF (ilegalizado por Macky Sall hace escasos meses y reformado en coalición hasta ser convertido en partido de Gobierno), siendo el PASTEF un partido abiertamente antifrancés y que señala la necesidad de abandonar el franco CFA para crear su propia moneda, nacional o regional, igual que opinan las juntas militares del Sahel que tanto preocupan en Bruselas.

El presidente electo de Senegal, Bassirou Diomaye Faye, se reúne con el presidente saliente, Macky Sall, en Dakar (Senegal).

El presidente electo de Senegal, Bassirou Diomaye Faye, se reúne con el presidente saliente, Macky Sall, en Dakar (Senegal). Reuters

Los jóvenes en Senegal, un país con una media de edad de 19 años, han sido a lo largo de los últimos años el mayor apoyo de PASTEF y de su líder, Ousmane Sonko, que fue excarcelado hace dos semanas junto con el que ahora es presidente del país. Lo ocurrido en Senegal es visto por algunos como un cambio de rumbo definitivo en la política africana y sus relaciones con Europa, una situación sorpresa que podría hacer que Senegal, una nación históricamente adepta a Francia, coja carrerilla y salte al otro lado de los Urales, afianzando los lazos ya tendidos por China y aceptando el dinero en efectivo de los emiratos.

El Kremlin puede introducir también sus tentáculos, si se da la ocasión, tal y como lleva haciendo desde hace una década en las excolonias francesas de Mali, Burkina Faso, Níger, Camerún, Guinea Conakry, República Centroafricana y Madagascar. En todos los países citados puede encontrarse la presencia de contratistas militares rusos al servicio del Kremlin, así y como ejemplos de cooperación energética (la compañía rusa Rosatom ha acordado la construcción de una planta nuclear en Burkina Faso) e injerencia política, con especial mención en República Centroafricana y Madagascar.

Pero la victoria en Senegal, apunta Diop, pretende "desprenderse" de sus relaciones con Francia, enfatizando que "es evidente que Senegal no quiere terminar sus relaciones con todo Europa". Dice sentirse más a gusto cuando viaja a España o a Italia porque la relación con estos países no es la misma que la que sostiene una potencia que colonizó su país, el ambiente es diferente para él.

Hay sentimientos abstractos que puede experimentar un africano en Europa y que no entendería un europeo a no ser que se viva en Asia o en África, formas de actuar bajo las dinámicas de discriminación racial que deben vivirse para entenderlas, sentimientos complejos que deciden los apoyos en el tablero internacional y la línea ideológica.

[Sudán, el campo de operaciones donde tropas ucranianas interrogan a soldados de Wagner]

Es lógico vincular el dilema africano de Macron con sus recientes declaraciones belicistas en contra de Rusia, nación con la que se enfrenta en el flanco sur de la OTAN con ferocidad (aún) diplomática. Como señaló acertadamente Boubacar Boris Diop, Francia es la séptima nación más rica del planeta gracias a África, y la supervivencia de Francia como superpotencia depende de su presencia en África. Vladimir Putin se ha convertido en la mayor amenaza a este respecto.

La identidad de Francia, su poder, riquezas, corren peligro a causa de sus propios actos presentes y pasados, auspiciados por los medios de propaganda rusos que aprovechan el descontento africano. París tiene mucho que perder si Bassirou Faye opta en un futuro próximo por cumplir con sus propuestas más radicales. Algo que pareció dejar claro en su primer discurso tras la victoria electoral, cuando afirmó que "el pueblo senegalés ha decidido romper con su pasado".