Un soldado ucraniano observa la actuación de un tanque Leopard durante ejercicios militares en Donetsk.

Un soldado ucraniano observa la actuación de un tanque Leopard durante ejercicios militares en Donetsk. Reuters

Europa

Rusia recupera Urozhaine y Robotyne, las joyas de la contraofensiva de Ucrania del verano pasado

Que Rusia esté recuperando ahora posiciones que perdió en agosto de 2023 habla de las dificultades que está teniendo para avanzar en Ucrania.

17 mayo, 2024 02:57

Robotyne (oblast de Zaporiyia) y Urozhaine (oblast de Donetsk) están separadas por cien kilómetros, pero tienen algo en común: ambas poblaciones fueron recuperadas por Ucrania durante la pasada contraofensiva de verano, en lo que parecía el principio de algo que no llegó a suceder jamás. La importancia de ambos enclaves residía en su ubicación: ambas se situaban por detrás de la primera línea de defensa rusa, la llamada “Línea Surovikin” de trincheras, campos minados y dientes de dragón.

Haber superado dicha primera línea hacía pensar en que Ucrania podría acercarse más a las ciudades clave de Tokmak y Krasna Polyana. Sin embargo, las tropas lideradas entonces por Valeri Zaluzhnyi prefirieron establecerse en ese territorio conquistado y no bajar más al sur. Carecían de medios para ello y hubiera sido un suicidio empeñarse en la heroica, como se sugería desde el Pentágono.

El ejército ucraniano ha resistido en sus posiciones y ha defendido ambas ciudades de los ataques rusos durante nueve meses. En los últimos días, la situación podría haber cambiado.

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En medio de la insistente ofensiva rusa, que va desde el norte de Járkov al sur de Zaporiyia, pasando por Kupiansk, Siversk, Chasiv Yar u Ocheretyne, los grupos de Telegram prorrusos han reivindicado a lo largo de esta semana la conquista de ambos poblados.

Aunque medios independientes como el Institute for the Study of War no puedan verificar dicha ocupación y desde el alto mando ucraniano se insista en que ambas localidades siguen en sus manos, lo más probable es que, si no han caído, lo hagan en las próximas horas.

Por un lado, obviamente, es una mala noticia para Ucrania, pues supone ceder más territorio. Por otro lado, el hecho de que Rusia esté recuperando en mayo de 2024 posiciones que perdió en agosto de 2023 habla a las claras de las enormes dificultades que está teniendo para avanzar.

Sí, la iniciativa es suya y eso siempre es una ventaja. También es cierto que tienen más hombres y más munición que enviar al frente, pero las ganancias se siguen midiendo en un puñado de kilómetros cuadrados mensuales.

La maniobra de Járkov

Esta lentitud y el enorme precio en vidas humanas que está teniendo que pagar Rusia por cada kilómetro conquistado es lo que hace que muchos expertos duden sobre la viabilidad de tomar Járkov, como presuntamente pretende el Kremlin este verano.

Las incursiones desde la región de Belgorod habrían supuesto un avance de unos ocho kilómetros en territorio ucraniano. En ello ha tenido mucho que ver la doctrina estadounidense por la que Ucrania no puede defenderse si dicha defensa implica atacar suelo ruso.

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Rusia bombardea continuamente el norte de Járkov desde su lado de la frontera, pero Ucrania no puede bombardear de vuelta. De ahí la insistencia de Volodímir Zelenski, de visita este jueves en la zona después de cancelar su viaje a España y Portugal, en la necesidad de contar con más sistemas antiaéreos Patriot. Eso solucionaría el problema inmediatamente. De momento, los rusos han conseguido avanzar allí donde se han retirado los ucranianos, precisamente por la imposibilidad de protegerse del fuego de medio alcance.

Para lo que es habitual en él, Gerasimov ha enviado relativamente pocos hombres, lo que invita a pensar más en una maniobra de distracción para obligar al general Syrskyi a desviar recursos humanos y materiales a la zona que en un intento serio de llegar a la capital del este rusófono.

Ruinas después de un bombardeo ruso en Zaporiyia.

Ruinas después de un bombardeo ruso en Zaporiyia. Reuters

Las hostilidades se centran ahora mismo en la localidad de Vovchansk, donde los rusos estarían empezando a encontrar una resistencia digna de ese nombre. Se estima que las tropas ucranianas habrían retrocedido a posiciones seguras en torno a unos diez-quince kilómetros de la frontera.

El sueño de la Novorrosiya

Lo más probable es que Rusia pretenda simplemente crear una zona de seguridad desde la que, en algún momento, intentar un ataque sobre Járkov, pero ese momento no tiene por qué llegar este verano. Desde que quedó claro que la guerra no iba a durar tres días, Putin se ha tenido que conformar con una estrategia a largo plazo.

Su baza es esperar y esperar. No tiene problemas en mandar a morir a cuantos hombres hagan falta con tal de dejar exhaustas las defensas ucranianas. Tampoco tendría problema en llevar a Rusia a una economía de guerra si las condiciones lo exigieran.

Ahora bien, en el Kremlin piensan que no será necesario. Entienden que Occidente se cansará de Ucrania y dejará de apoyar al régimen de Zelenski. Sea a partir de noviembre de 2024 con una posible victoria de Trump en las elecciones estadounidenses, sea más a medio plazo con su influencia cada vez mayor en el Partido Republicano. La estrategia de Putin es resistir… y, mientras tanto, ir ocupando territorios que nunca aceptará devolver, salvo que se le obligue por la fuerza.

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El gran objetivo en febrero de 2022 era deponer el régimen de Kiev y crear una nueva provincia rusa que se correspondiera al sueño nacionalista de la Novorrosiya, un territorio que fuera de Járkov a Odesa y que cubriera prácticamente toda la orilla izquierda del río Dniéper.

Nada hace pensar que ese objetivo haya cambiado. Si en el camino consigue encontrar un líder carismático que erosione la credibilidad de Zelenski y le sustituya al frente del gobierno, estupendo. Si los aliados de Ucrania la obligan a una paz desventajosa para sus intereses, mejor todavía.

La resistencia en Chasiv Yar

Si nada de eso sucede, quedará el recurso militar y a Putin no parece importarle cuánto esfuerzo requiera ni cuánto tiempo consuma. En la actualidad, además de las batallas en el frente de Zaporiyia y en el de Járkov, hay un par de puntos en Donetsk que pueden ser claves para la resistencia de Ucrania en el Donbás. Se trata de las mencionadas ciudades de Chasiv Yar y Ocheretyne, junto a Bakhmut y Avdiivka respectivamente.

Los problemas de rotación de batallones y de munición, producto del bloqueo de la ayuda destinada por Estados Unidos a Ucrania, hicieron que en abril los rusos protagonizaran importantes avances en ambas zonas, amenazando la estabilidad del frente.

Sin embargo, desde entonces ha pasado casi un mes y nada o casi nada ha pasado: Chasiv Yar resiste y Rusia no consigue pasar de Ivanivske en su intento de rodear la ciudad. Sin entrar en Chasiv Yar no será posible atacar Kostiantynivka desde el norte y cortar el suministro con Kramatorsk y Sloviansk, las dos ciudades clave en la defensa del Donbás para Ucrania.

Tampoco los rápidos avances al noroeste de Ocheretyne han tenido continuidad una vez estabilizadas las posiciones defensivas. El objetivo aquí era cortar la H20 y lanzarse también sobre Kostiantynivka pero desde el sur. Rusia lo está intentando todo porque sabe que pronto la ayuda estadounidense llegará a primera línea del frente y la ventana de oportunidad se va cerrando, pero lo cierto es que no consigue romper del todo la resistencia ucraniana.

Se dice que, en verano, con una nueva movilización, llegará la madre de todas las ofensivas. Para entonces, Ucrania habrá mejorado sus fortificaciones defensivas y contará con más material. Los avances serán, en consecuencia, más costosos. Se hace difícil pensar que Rusia pueda atacar con éxito en tantas direcciones a la vez, teniendo en cuenta que sus cuerpos de élite ya llevan dos años y pico luchando. Con carne de cañón se llega hasta donde se llega, pero es muy difícil ir más lejos.