María Rey, presidenta de la APM.

María Rey, presidenta de la APM. Telemadrid.

Medios

María Rey: “Para acabar con la libertad de expresión basta con convencer a la sociedad de que la prensa es sospechosa”

La presidenta de la Asociación de Periodistas de Madrid recuerda que el sector lleva años reflexionando sobre los bulos.

5 mayo, 2024 02:49

María Rey (Tomiño, 1967) se muestra muy preocupada por los ataques que se viven estos días contra la prensa. Preocupación que muestra como periodista pero también como presidenta de la Asociación de la Prensa de Madrid (APM) que se ha sumado al manifiesto que denuncia "los intentos por acallar las voces críticas" y encubrir así el trabajo de los periodistas. 

Una denuncia que se recoge en la llamada Declaración de Talavera firmada el pasado 28 de abril, en pleno proceso de reflexión del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, por lo que considera acusaciones sin fundamento contra él, su mujer y su entorno por parte de lo que ha denominado "pseudomedios".

Toda una declaración de intenciones con la que Sánchez pretende luchar contra la "máquina del fango" en la que "la ultraderecha, junto a páginas web y asociaciones ultraderechistas fabrican bulos y mentiras". Todo ello en "defensa de la democracia". Por ello, María Rey insiste en que ahora que ha fallecido Victoria Prego, su periodismo "el de la escuela Prego, debe tener un espacio para que los periodistas no perdamos nuestra credibilidad". 

Reclama Pedro Sánchez una reflexión conjunta sobre cómo frenar los bulos y la desinformación, ¿se puede luchar contra ellos? 

Hace mucho tiempo que en este gremio empezamos a reflexionar sobre qué podíamos hacer. Ahí están iniciativas de verificación creadas por los propios periodistas. No han surgido a propuesta de nadie. Se han hecho porque los propios periodistas queremos contrarrestarlos lo antes posible. 

Unas desinformaciones y unos bulos que siempre existieron. Antes tardaban mucho más en difundirse, pero ahora tienen vía libre y forman parte de la guerra global. La desinformación, por tanto, forma parte del enfrentamiento global y, por tanto, cualquier puede necesitarla.

¿Se le pueden poner puertas al campo de Internet? Me parece muy difícil. ¿Abrir una reflexión en la que todos colaboremos? Por supuesto. Pero creo que nosotros podemos colaborar haciendo lo que hemos hecho toda la vida, que es periodismo de calidad y con rigor.

¿La Libertad de expresión está en peligro?

¿Abrir una reflexión sobre los bulos? Por supuesto, pero nosotros debemos colaborar haciendo periodismo de calidad y con rigor. 

La libertad de expresión siempre está amenazada porque no es cómoda para el poder, pero es una garantía de la democracia. La reflexión de la FAPE es producto de una asamblea que se produjo mientras Pedro Sánchez reflexionaba. O sea, fue previa. Fue una asamblea de la semana pasada que tuvimos en Talavera de la Reina en la que hablamos de muchos temas. No sólo este. También de la preocupación por la inteligencia artificial, por los bulos y por la desinformación y las injerencias de los gobiernos.

Todo eso estaba ahí, no hacía falta que alguien saliese a decir que había que regenerar la democracia y que los periodistas teníamos que pensarlo. Ya llevábamos un tiempo pensándolo.

Estos días me entrevisté con un periodista boliviano de visita en España. Nos explicaba las conclusiones de un informe que han hecho de cómo la libertad de expresión ha ido recibiendo unos ataques brutales en los últimos años con distintos gobiernos de distinto color. Llegamos a la conclusión de que todos empiezan igual.

No se trata de cerrar medios. Lo primero que hacen es desprestigiar la información y el periodismo. Una vez que convences a la sociedad de que el periodismo no es necesario y que los periodistas no son creíbles puedes hacer cualquier cosa. Si el periodista no vale para nada, si no es útil, la gente termina desconectando del periodismo.

Primero se desprestigia la información. Una vez que la sociedad entiende que no es necesaria, puedes hacer cualquier cosa. 

Por tanto, mandar el mensaje de que todo el periodismo es sospechoso o que los periodistas desinforman es un primer ataque muy eficaz cuando te quieres cargar la libertad de expresión. Por eso tenemos que estar vigilantes. 

¿Estamos a tiempo de frenar ese desprestigio y ese intento por hacer que el periodismo pase a un segundo plano?

Estamos a tiempo, pero siendo responsables por nuestra parte y autocríticos con nuestro trabajo cuando haga falta. Teniendo la humildad necesaria para reconocer nuestros errores y la capacidad de seguir creciendo.

A mí me ha encantado ver la forma en que estamos recordando a Victoria Prego que es pura esencia de periodismo, porque al final estamos poniendo un valor al que ha hecho de su vida un compromiso con un oficio que es necesario para una democracia, para una sociedad sana. Lo hizo desde un perfil bajo que luego, por su calidad laboral, se convirtió en una persona de referencia, pero ella no lo buscaba.

Esa imagen de la persona que trabaja y quiere hacerlo bien, simplemente eso al fin convierte en necesaria, imprescindible, pues eso es lo que nos debería quedar de su recuerdo y de su trayectoria.

¿Debería plantearse una norma que limite la difusión de bulos? 

La prioridad no es una ley antibulos. Lo prioritario debería ser acabar con la precariedad en el ámbito periodístico. Conseguir que las agencias y las redacciones estén dotadas de profesionales pagados como corresponde. Que no se despida a periodistas mayores de 50 años porque son caros....

En definitiva, ahora que Victoria Prego acaba de fallecer, conseguir que su periodismo siga teniendo un espacio y siga siendo respetado. Lograr que no perdamos la credibilidad, que no caigamos en la trinchera de la política para alimentar el frentismo. Un frentismo que no hace más que restarnos nuestra capacidad de informar con criterio y objetividad. No veo mucho más allá.

¿Hay periodistas que han decidido abrazar la bandera del frentismo y del partidismo?

Hay un problema en el periodismo de ahora que antes no existía: la irrupción de las redes sociales. Ahora comunicas con el ciudadano de forma más directa, tienes más protagonismo. Nunca antes habían pesado tanto los egos en el periodismo como ahora. 

Antes había medios de referencia y conocíamos a algunas de sus firmas. A lo mejor porque daban valor añadido o porque estaban en tertulias de radio o televisión. Ahora, en cambio, a veces se conoce más al periodista que al medio. Algo que -a veces- no está mal. La cuestión es que ahora nos hemos metido en una batalla de egos en donde lo importante no es la verdad, es ver quién queda mejor. 

Además, estamos viendo un enfrentamiento entre periodistas que no tiene ningún sentido. Es curioso porque desde fuera nos ven como una profesión corporativista y somos todo lo contrario. Estamos en una batalla interna constante donde el ego pesa mucho. Por tanto, ahí la reflexión tiene que ver con la humildad y el valor del oficio en el que lo importante es la noticia, no quién la cuenta. 

Nos hemos metido en una batalla de egos en la que lo importante no es la verdad, es ver quién queda mejor. 

Al margen de esto hay otros elementos añadidos, que son aquellos que se llaman periodistas pero, en realidad, ejercen como activistas. Lo que buscan es la relevancia personal y de su marca, que no es necesariamente un medio. Lo que quieren es un beneficio económico buscando enfrentamientos directos con políticos y generando micro shows. Eso no es periodismo. Son shows pequeñitos, entretenimiento si me apuras.

El tema es que muchos de esos pequeños shows o esos personajes reciben, por ejemplo, dinero de gobiernos autonómicos. ¿Deberíamos cambiar la Ley de publicidad institucional como propone ahora Sánchez?

La publicidad institucional hay que vigilarla siempre. Los ciudadanos tienen que saber a qué se destina el dinero público. Si es una ayuda o si es una inversión para apoyar la cultura, la información, los medios de comunicación, el teatro...

No es negativo tener una información clara de cuánto dinero le están dando a cada medio. Pero también habría que saber qué es un medio de comunicación. Porque un medio tiene trabajadores, divulga información y unos cauces normales para hacerlo. Alguien que mañana se abre un blog con su nombre y dos amigos para hacer ruido, pues no es un medio de comunicación.

María Rey, presidenta de la APM.

María Rey, presidenta de la APM. Europa Press.

Pero también creo que la mayoría de los ciudadanos lo saben distinguir. A mí en este debate me preocupa un poco pensar que el ciudadano es tonto. La gente sabe dónde se mete, aunque es verdad que el ciudadano busca confirmar las opiniones que ya tiene. No busca un medio o una tertulia de análisis en la que se le quite la razón.

Es normal que haya distintos pensamientos y que la gente vaya a buscarlos. Eso sí, sin mentir. Porque hacerlo tiene un peligro, que es poner en riesgo el único patrimonio del periodista: la credibilidad. Esa mancha te queda para siempre y nosotros vivimos de eso. Quiere decir que dejarás de trabajar y de tener un ingreso. ¿Qué más se le puede pedir a un periodista? Pues eso es lo que hacemos cada día cuando hacemos algún trabajo. Arriesgar nuestra credibilidad. 

El problema es que las fuentes tienen sus propios intereses, y que los propios gabinetes de prensa de empresas y políticos tratan de intoxicar o promocionar informaciones con el objetivo de engañar al periodista y a la sociedad. 

Siempre ha habido gente hábil en los gabinetes de comunicación que intentan engañar. También hay otros que facilitan mucho la tarea. Pero ahí está la profesión y ahí está la experiencia para distinguir, y eso lo de la madurez.

¿Qué más se le puede pedir a un periodista que arriegar cada día su credibilidad? 

Si quitamos de las redacciones a toda la gente que tiene experiencia y recorrido, el que le puede advertir al becario que acaba de llegar, ojo que estos te están engañando, que te están vendiendo una moto, si desaparecen las referencias, pues llenaremos las redacciones de jóvenes incautos que tardará mucho en diferenciar el engaño del no engaño.

En el momento en que te quitas la experiencia, te quitas la transferencia de conocimiento y el enriquecimiento de la profesión. Este trabajo siempre ha sido igual. Voces nuevas que llegaban con un nuevo lenguaje y otras experimentadas que aportaban un recorrido vital y conocimiento profesional. De ese cruce nace el mejor periodismo, pero en el momento en que desaparece estamos abocados a la pobreza intelectual.

¿Esta profesión va en ese camino? 

Vamos hacia esa pobreza intelectual. Sí. Por eso creo que está muy bien abrir un debate sobre los bulos, pero también abramos un debate sobre la precariedad, que es la primera preocupación que aparece en la encuesta anual que hacemos desde la APM.

No sólo porque el sueldo no da para pagar la vivienda, que no da, sino porque los periodistas llegaron a la conclusión de que la precariedad está afectando a la calidad de las informaciones y eso es más preocupante para la sociedad.

Pero muchas veces las empresas también tienen problemas económicos, y eso las condena a depender de los ingresos de los anunciantes y la política. 

Las editoras tienen un reto muy grande. Es mucho más difícil mantener una empresa periodística ahora que hace unos años, cuando tenías un cauce natural de financiación. Vendías un producto y había anunciantes interesados en el producto. Pero ahora hay otros caminos y otros intereses y el modelo de financiación se ha complicado. 

La obligación de las empresas es encontrar el camino para ser mínimamente rentables y eficaces sin dejarse llevar o quedar atados a lo que marquen quienes dan el dinero de forma 'gratuita'. Y digo gratuita porque nunca lo es. Siempre se espera algo a cambio, por lo que no puedo pensar que las empresas no tengan una responsabilidad en ello. 

¿Las suscripciones serían una vía para ello?

Son un camino lógico. Lo que pasa es que hicimos una transición a digital un tanto extraña. Dimos todo gratis y ahora le pedimos a la gente que pague, y piensan... ¿por qué voy a pagar por esto ahora? 

Hay que convencer a la sociedad de que estar informado requiere un compromiso, que hay que pagar. Tú vas al médico, pagas unos impuestos y tienes un servicio. La educación la pagas y la información la tienes que pagar. Tiene que ser un pago razonable. Puede haber ayudas desde el estado, por ejemplo, a las suscripciones. Sería una buena fórmula para ayudar a los medios de forma indirecta, porque informarse también es cultura.