Me contaba un prestigioso sociólogo que jamás admitió que alguien se definiese como apolítico, y entonces le recordaba que a quienes carecen de ideología, por básica que sea, es lo que se conoce como un idiota. Confundir política con partidos, pensar que todos los políticos son iguales, o renunciar a la política, es lo que van minando aquellos cuyos oscuros intereses pretenden adocenar, en especial, a los más jóvenes.

Es preocupante que estén logrando que, según los análisis demoscópicos, para los jóvenes sea más importante vivir bajo la seguridad del Estado en todas sus vertientes, que convivir bajo unas coordenadas democráticas que permitan la libertad de expresión y de crítica, tan básica para el progreso social, o la elección de los mandatarios dependiendo de las necesidades de cada momento.

Desde el corazón del aula se oye una algarabía. Las ventanas están abiertas y es necesario parar momentáneamente la clase. A través de altavoces se proclaman inentendibles mensajes. Pregunto a mi alumnado si saben a qué se debe la airada protesta. La activa delegada de clase me confirma que son los compañeros, que adhiriéndose a otras universidades, protestan por la invasión de Gaza. Un compañero añade, y pregunta al resto, si no han visto lo que ocurre en los campus norteamericanos.

Y así se suceden, mientras continúa el alboroto exterior, datos y opiniones acerca del conflicto. Restablezco la disertación sobre las distintas estrategias de las plantas para adaptarse a las diferentes condiciones ecológicas, cuando la más joven de las alumnas apostilla, ya fuera del intercambio de pareceres, que alguien desde Madrid ha dicho que la Universidad no está para hacer política.

El silencio se hace en el aula, y entonces decido romperlo haciéndole un par de preguntas. ¿Tú tienes un sueño para tu futuro? Sin titubear me responde que sí. ¿Y tienes ideas sobre cómo lo conseguirás? Pues claro, me responde presta. Pues bien, le concluyo, esas ideas tuyas conforman tu ideología y compartirlas para llevarlas a cabo es hacer política, que no tiene que estar afincada obligatoriamente a ninguna militancia de partido. Antes de retomar la clase sobre las estrategias de las plantas, les recuerdo lo de aquel prestigioso sociólogo. Los que carecen de ideología son idiotas y la Universidad no es lugar para idiotas.